A nado, vamos empujando la cargada barca hacia la isla. Desde encima, el arrecife de corales se ve claro y tan cercano que seguro que si lo intentase, podría ponerme de pie sin quedar completamente hundida. Dando un últimovistazo hacia atrás, veo el barco hundiéndose y lamentándose con sus crujidos agonizantes mientras la mar lo engulle.
Nos dirigimos hacia una gruta que oteamos desde lejos. Donde esperábamos meternos con el barco antes del accidente. La gruta, es como una especie de profundo canal con acantilados de roca a banda y banda. En mitad de este, una imponente puerta de metal barra el paso e impide cualquier entrada por la fuerza. Junto con Mortero, trepamos por el acantilado hasta acceder a una de las torres laterales, desde allí, no resulta complicado abrir las puertas lo suficiente para que nuestra improvisada embarcación pueda pasar.
Una vez dentro, me introduzco a nado y con sigilo para anticiparme a cualquier peligro que pudiera haber. Pero solo hallo una gran cueva natural en donde reina el silencio y el abandono junto con un pequeño muelle y un barco que están viendo pasar los años. Cuando todo parece seguro, los demás se adentran en la cueva y teniendo en cuenta nuestra situación y que este barco parece abandonado, los capitanes ordenan a algunos marineros empezar a comprobar el estado del navío y a prepararlo por ser usado. Por otra parte, en Capitán fuma hierbas, el ciego, Mortero y yo; nos introducimos con la tenue iluminación de una luz de aceite, por las grutas de la cueva en busca de su salida. En su lugar, damos con un montacargas que nos eleva hasta la superficie, en una especie de almacén donde sigue campando a sus anchas el abandono precipitado del lugar. Herramientas cubiertas de polvo encima las mesas, cajas a medio mover y todo listo como si en cualquier momento tubieran que volver los jornaleros para seguir con su trabajo.
Desde fuera el almacén, la aldea sigue la misma tónica. Todo ? No, una casa en la distancia da señales de vida en forma de humo emergente de su chimenea. Dejando a Mortero atrás para cuidar del almacén si hay problemas, nos acercamos al acecho. No estamos a tiempo de mirar por la ventana que un niño se da cuenta de nosotros y arranca a correr por las calles y perdiéndose rápidamente en el bosque. Lo que ese chaval no sabe, es que mis piernas son algo mas que unas simples piernas largas. No resulta complicado darle caza cuando se esconde tras un árbol. Lo rodeo y me plano delante de él, justo cuando un destello luminoso me ciega. Recupero rápidamente la vista para ver alguna cosa revoloteando delante de mi y sin dudarlo lo agarro de un precipitado manotazo. Es una hada, mas bien, su homónimo masculino.
El capitán Wolf es la única persona que no se extraña lo mas mínimo por mi hallazgo cuando lo muestro a los demás, supongo que tendrá algo que ver con su delirante cultura fantasiosa cultura. Atendiendo a su petición, lo suelto para poder "charlar mas cómodamente". La extraña criatura nos cuenta que ella no es de este mundo, que proviene de lo que nosotros llamamos "cuentos". Parece que todo tiene que ver con los antiguos sucesos en esta isla. Los mismos hechos que perturbaron tanto a Sebastién Montfort.
En esta isla, Sebastién Montfort y su socio Alan Grey, no tardaron en averigurar que había algo mas que plomo par explotar. Consiguieron descubrir reliquias de antiguas civilizaciones olvidadas. Ello atrajo la atención de una vodacce, Filipa Villanova. No comprendo muy bien como fueron las cosas, pues siempre que se mezcla la brujería de por medio, los hecho toman unos rumbos que escapan a mi entender. Solo me queda claro que tras una disputa por avaricia entre Filipa y Alan. El mundo de los cuentos y el real quedaron extrañamente unidos. Ahora, Filipa permanece atrapada en el mundo de los cuentos y esta distorsionando y destrozándolos desde dentro, en un vano intento de escapar de su prisión de fabula. El duende, se quedo encerrado aquí, en nuestro mundo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario