27 de agosto de 2007

Sesión II-B



El despacho del director Gerard Martin tampoco es para tanto. Al menos si eres un reí o algo parecido. Solo el pisa papeles de encima la mesa vale un par de años del sueldo de un marinero. Sin embargo, mis ojos no están ahora para disfrutar de los brillos del oro y la plata.
La trampilla esta justo donde le habían dicho al Padre Diego, debajo la mesa. No resulta difícil hallar,a cuando sabes donde buscar y cuando tampoco se ha cansado mucho en ocultarla.
Únicamente con la luz de una linterna que he rapiñado del despacho reinicio la marcha a gatas a través de la trampilla. Tras de esta esta un estrecho pasillo excavado en la roca, aprovechando grutas naturales.

A algo mas de 250 yardas, una eternidad cuando estás escapando a cuatro patas, la gruta da paso al techo una pequeña sala. Desde aquí, podemos vislumbrar en la penumbra un cuerpo ya consumido hasta los huesos, que yace en el suelo. Parece ser algún desafortunado preso que siguió nuestro mismo camino, mucho tiempo atrás. Pero que lo hizo a ciegas y acabo con una mala caída. Entre sus escasas pertenencias, resalta una frágil carta manuscrita que aun subsiste atrapada por los huesos del desafortunado fugitivo.

Sigo descendiendo por la gruta hasta que ... ¡¡ Agua !!. Corro hacia ella y cuando me cubre hasta los muslos me tiro de cabeza.

Lleno mi pecho de aire y cerrando los ojos me dejo flotar. Es salda ... ¿ Cuando hacia ya que no notaba ese sabor ?. Por unos instantes gozo de la mayor sensación de libertad que he tenido jamás. El agua me mece dócilmente como si fuera un bebe en su cuna. Y dejo que hasta el último rincón de mi cuerpo se estremezca, quejándose, no sin razón, de lo deliciosamente fría que esta.

Diez mil años después ...

A veces no sabes porque, pero eres consciente de cuanto eres el centro de atención. Este es uno de esos momento. De reojo veo varias personas que me miran extrañadas ... ¿ Que pasa ? ... Veeenga, si en el fondo todos deseáis hacer lo mismo.
A pesar de todo, no hay tiempo para caprichos personales. Dylan y el ciego están llegando (¿ Se han retrasado ?). Bueno, supongo que en realidad solo han pasado diez mil años en mi cabeza.
Me sumerjo y nado a tientas hacia un rincón oscuro del que se puede apreciar perfectamente como llega el oleaje. Tras una estrecha gruta de pocos metros salgo al exterior.

El cielo esta teñido azul-gisáceo-oscuro-casi-negro y el rugido de la tormenta resulta estremecedor. Las olas estallan con la fuerza de cien demonios contra el acantilado casi no me deja ni respirar. Consigo afianzarme en un pequeño hueco en la pared de rocas, que a su vez me protege parcialmente de ese entorno tan poco hospitalario.
Una nueva cabeza aparece en a escasos metros de mi. Uno de los marineros de la tripulación. Al igual que yo permanece confundido unos segundos antes no oye mis gritos y se agarra como un berberecho a la piedra. El tercero y el cuarto hacen lo mismo. Seguidos por el Padre Diego, el ciego. El quinto y sexto marinero tardan un poco mas y cerrando la lista, el fuma-hierbas.

Permanecemos unos instantes indecisos antes el holandés no consigue ver, a unos lejísimos 150 pies, una pequeña cueva. Aferrados a las piedras como si nos fuera la vida en ello, y a decir verdad, nos va la vida en ello, conseguimos llegar en el mismo orden al nuevo refugio.
Aquí estamos bien protegidos de la tormenta y podemos descansar en una escasa superficie de tierra que permanece ocupada por una barca mohosa, que sin lugar a dudas, lleva aquí bastante tiempo. Por lo que dice el holandés, ese bote estaba aquí esperando al incauto que hemos hallado antes, en la gruta. En el manuscrito que había en su huesuda mano, lo decía en un mensaje oculto. El capitán Don juan de Castillo, el remitente del manuscrito, indicaba la situación de este bote y citaba a su hermano para que se encontraran en la "Île de la Montagne vide" cuando lograra escapar.
Dentro la barca, bajo la única protección de una maltrecha manta, hay todo lo necesario para una evasión detalladamente planificada. Remos, un mapa con su brújula, y una considerable cantidad de víveres. Desgraciadamente, solo un poco menos de la mitad, no ha sido despiadadamente devorada por los hongos.
Por lo que parece, Dylan y el ciego se han retrasado en el despacho del director, porque buscaban algo, y lo han encontrado. Con ellos llevan un pequeño baúl que pesa mil demonios. Mas o menos pesa como si en su interior hubiese un montón de monedas.

Repentinamente el capitán fuma hierbas aparece con otra de sus brillantes ideas. Dando un par de palmadas - Venga, ¡¡ vamonos !!, Empujad el bote ! Asegurad la carga ! Preparaos para lo mejor !.
- ¿ Que ? .. ¿ Tu estas tonto ? ¿ Has visto la que hay ahí fuera ? Este bote esta podrido, incluso podemos romperlo si no nos montamos a él con cuidado !.
Nada ... debo ser que soy la única persona a quien le parece una soberana estupidez lanzarse a la mar con "eso" bajo los pies y con la tormenta que aun nos aguarda a fuera. Personalmente no me preocupa mucho, me he bañado en situaciones mucho peores. Pero no por ello me apetece lanzar por ... Vale, veo que no hay alternativa, el bote se va con o son mi.

El ciego empieza a dar ordenes a los remeros para ir esquivando las rocas y ... no tardo en averiguar que había subestimado el bote. El batacazo que nos llevamos cuando una de las olas nos lanza contra las rocas es aterrador. La madera cruje y se abre una grieta. Sin embargo, aun sigue manteniéndose de una sola pieza. El segundo intento para cruzar el muro de piedras, el batacazo es mas leve, pero no por ello el bote se resiente menos. Creo que con un poco de suerte nos hundiremos pronto, cerca de tierra firme.
- ¡¡¿ Que es eso ?!!, ¿ Lo veis ? - grita uno de los marineros señalando hacia el acantilado. Mas allá de la cortina de lluvia y en la mitad del escarpado muro de rocas, alguien esta descendiendo hacia el mar. A juzgar por la anchura de su espalda, se trata de la "montaña de mala uva". ¿ Aun sigue vivo ?
- ¿ Pero como puede bajar por ahí ? Se va a matar.
- Que no, tu has visto como se mueve. Ese tío llega abajo sin problemas.
- Seguro.
- Yo creo que si.
- Anda ya, ¿ que te apuestas a que se cae ?
- ¿ Que estoy haciendo ? Apostando dinero que ni siquiera tenemos.
- ¿ Que se va a caer ? Que te digo que no.
- Vale, pues 5 gremiales a que se mete un leñazo contra el agua !.
- Acepto.
- Y yo.
- Muy bien, 5 gramiales a que no cae.
- Yo también !!.
- Pues yo creo que se cae, contad con mis monedas !
- El ciego también se interesa repentinamente por el juego.

Es curioso, pues de repente parece que incluso la tormenta se detiene para observar el descenso de "montaña" por la montaña. El jodido bastardo se le ve apurado, pero paso a paso va acercándose cada vez mas a hacerme perder 5 gramiales. Caete, caete, caete, caete, caete, ca... CAYO !!! En los últimos 40 pies una enorme roca mas grande que él se desprende mandando directamente 35 imaginarias moneds a mi bolsillo !
Dylan Wolf da ordenes de acercarnos a "montaña" para recogerlo. Yo solo espero que haya consumido ya hasta la última gota de mala leche contra los guardias.
Cuando llegamos junto él, le ayudamos a subir y con solo su mano me agarra el brazo entero. Repentinamente la barca da un brusco balanceo y casi se me cae encima. Va de poco que no me aplasta la pierna con su rodilla. Joder, en la prisión no me pareció tan descomunalmente grande.
La tormenta ya ha sido suficientemente clemente con nosotros y ahora arremete con mas furia que antes. El bote se mueve a merced del olaje y las ordenes de el ciego son confusas e inapropiadas. Otro golpe contra las rocas nos tumba practicamente a la mitad y el crujido de la madera lo ha dicho alto y claro esta vez. Un golpe mas y me parto. A babor !!!, ¡¡¡ Remad !!! AAR !!!! .. ARRR !!!, VENGA !!!. Todos seguimos las instrucciones, pero esta no es la voz de el ciego. Es el Padre Diego quien esta guiando nuestros movimientos. La barca se dirije directo a unas afiladas rocas. ¡¡ Vamos a chocar !!. La sacudida nos agarra por sorpresa, el mismo oleaje que nos lanzaba a las rocas nos has desviado repentinamente por su derecha. !! SEGUID A LA PAR !!! ¡¡ REMAD !!.

Amanecer del día 4 de Julius de 1.669

Agotada, como todos y con la cabeza sobre la barriga de no se quien, puedo ver el cielo despejado. El bote se balancea por el suave oleaje de fondo y ahora mismo lejos ha quedado la tormenta, la isla de la huella, la celda y las dietas de sopa.
Ademas, quien iba a decir que la extensa lista de aptitudes del Padre Diego de Orduño, se le podía añadir la de navegante. Nadie que hubiese visto como manejó el bote en ese laberinto de rocas podrá dudar de ello, jamás.

Día 6 de Julius de 1.669

¡¡Tierra !!

Todos nos ponemos de pie para verlo con nuestros propios ojos. Ahí esta. La Isla de la Montaña Vacía.

Atracamos en el muelle y abandonamos el ruinoso bote bajo la atenta mirada de los curiosos. Un pequeño bote que nadie comprende como aun flota, atestado de andrajosos personajes y además todos sonriendo como se acabasen de hallar el paraíso. Debo admitir que yo también lo miraría.

Unas horas después ...

La verdad, es que no me considero una chica excesivamente presumida. Bueno, vamos a ver, lo normal ¿ no ? ... Es verdad que me agrada estar limpia y cuidarme el un poco el pelo. Me gusta lucir la piel bronceada en cubierta y libre de ese ordinario bello. Incluso, me permito a veces el capricho de pintarme las uñas de rosa intenso. ¿ Pero hoy ? Hoy mi cuerpo me pedía algo mas. Voy a comprar Esencia de Perfume.
¿ Que cuanto ? ... ¡¿ 150 gramaiales por ese potaje de vómito de abeja ?! por muy bien que huela, te lo puedes ir metiendo por donde te quepa !
Menudo timo. Y a pesar de todo, entre una cosa y la otra, al final me he gastado un dineral.

En la taberna ya están casi todos. Al llegar veo que algunos rostros se giran hacia mi y me miran. Aprovecho que tengo que dar la vuelta a la mesa para sacar pecho e intento "lucir la mercancía" ... ¿ Que pasa ?, admito que veces me gusta cuando los hombres me miran así. Como intentando adivinar que esconden mis pantalones ajustados. Soy joven y ... Oh venga Padre, deja de reprocharme con la mirada. ¿ A caso eso es tan malo divertirse un poco?.

5 jarras mas tarde ...

Hace ya un montón de rato que estamos aquí sentados. Nos hemos dado un gran festín. Riéndonos, contando historias o inventándolas. Bebiendo todo cuanto cae en nuestra jarras y disfrutando un poco de estos pequeños placeres que tanto tiempo nos han sido arrebatados.

El Padre Diego de Orduño es un buen orador. Y tras las apropiada dosis de alcohol, no tiene inconveniente en contarnos un poco su vida. En sus inicios fue un corsario de Castilla, pero de eso hace ya mucho tiempo. Lo encerraron la prisión por ser soldado de castilla, y por negarse a trabajar como espía para los Montagneses.
También esta "montaña" con nosotros, aunque él mismo se apoda como " El Mortero". De todos modos, con sus mas de 7 pies de altura y sus 350 libras de peso cubiertos de una gruesa capa de piel llena de cicatrices ... "montaña" no le queda nada mal. Es eiseno, por si alguno no se había dado cuenta. Tiene una extraña forma de hablar, siempre en tercera persona. Como si cuando hablara de él mismo, lo hiciera desde fuera. Dice que es, o que fue, soldado y mercenario. Pero hay algo en su porte que delata que fue algo mas que "un simple soldado". De todos modos, debo admitir que lo juzgué mal en la prisión. Cuando no esta furioso, tiene extraño encanto infantil, hasta cierto punto adorable.
Los demás marineros han ido contando también sus pedacitos de vida, hasta que de repente - ¡ Bueno Nicolete ! ¿ y tu que ? ... ¿ Se puede saber como tu trasero acabó a las órdenes de nuestro capitán ? - ha llegado mi turno.
- Ja ja ja ... Bueno, pues no hay mucho que contar. Recuerdo que nací en ... que yo ...
Están todos están mirando hacia mi, esperando y viendo la estúpida sonrisa dibujada en mi cara cuando me descubro a mi misma, como si estuviera pasando las hojas vacías de un libro. No es que me pille por sorpresa, pero ya había olvidado que lo había olvidado. Hasta ese segundo de mi vida, nunca me había parecido tan grande ese vacío que hay en mi memoria.
- ... bueno yo ...
- Jo jo jo ... ¿ Que te pasa ? ¿ Estas tan borracha que no puedes ni hablar ? Pues si es así, con tu permiso, permitidme que os cuente cuando ...
- El Padre Diego de Orduño, es el primero en darse cuenta de ello y me rescata desviando la atención hacia otro de sus relatos. Al que sumida en mis propios pensamientos no logro prestar atención.

La velada continua sin desfallecer en risas y diversión hasta bien entrada la noche. Acabando cuando uno tras otro, vamos cayendo victimas de unas mas que evidentes borracheras. Bueno, practicamente todos, menos el maldito afeminado. Que debe de tener un hígado de hierro.

Por la mañana del día 7.

Ouch ... mi cabeza ... duele. En estos momentos de la resaca, siempre me prometo no volver a beber.

Creo recordar que ayer llegando aquí, vi una pequeña cala no muy lejos en la que, con un poco de suerte, podré gozar intimidad. Pensándolo bien, es un poco absurdo. Mas de un año encerrada en una celda y ahora mismo solo me apetece desperdiciar el día entero tumbada en la arena sin hacer absolutamente nada.

Por la tarde, ya anocheciendo, me reúno con el resto. Ya no tengo resaca, pero a cambio me duele todo, hasta detrás de las orejas. Tantos días a las sombra me han dejado la piel mas sensible que el culo de un bebe, y no lo he tenido en cuenta. Parezco una jodida gamba.

Por otra parte, el ciego ha logrado aprovechar mejor el día que algunos de nosotros. Un hombre diligente, no esperaba menos de él. Parece ser que el capitán Juan de Castilla, el remitente de la carta que hallamos en nuestra huida, vive aun en esta isla. Podremos encontrarlo en un viejo molino no muy lejos del villa. Junto con una copiosa cena, acordamos que mañana a primera hora, los capitanes Dylan y el ciego, el Padre Diego y yo, vamos a visitarle. En otras palabras, esta noche nada de alcohol. Que fastidio.

Día 8 de Julius del 1.669

La verdad es que el molino no esta muy lejos, pero es todo cuesta arriba y nos resentimos un poco de nuestra falta de ejercicio. Cuando por fin llegamos a destino, comprobamos con nuestros ojos que realmente el molino no esta precisamente en óptimas condiciones. A pesar de mantenerse dentro lo que se puede considerar como "habitable", esta claro que tiene sus años y que quien en mora en su interior no ha puesto mucho empeño en remediarlo.

Llamamos a la puerta y tras una breve espera aparece un hombre entrado ya en años, de mirada ligeramente cansada que nos mira con cierta desgana pero manteniendo la educación. Todos dejamos al Pedre Diego de Orduño tomar la iniciativa, a fin de cuentas es pero eso que vino.

El rostro de Don Juan de Castillo va reflejando perfectamente sus emociones. Primero desconfianza seguido de sorpresa, después la tristeza de confirmar sus temores respecto su hermano y finalmente la cruda aceptación de la realidad.
Llegados a este punto, El padre Diego se queda en silencio y todos respetamos su tiempo. Cuando transcurridos unos segundos, Don Juan ver que aun estamos allí, presupone acertadamente hay otros asuntos que también queremos tratar.
Esta ves es el capitán fuma hierbas quien se dirige a Don Juan son su incomprensible avalonés. No entiendo nada, pero se a que hemos venido y reconozco las palabras "Isla del diamante de sangre".

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